Hace unos días estuve pensando, de qué me servían mis estudios de Historia del Arte y de Museología en concreto, pues como la situación actual es la que es y no podemos cambiarla, he debido buscar trabajo en algo que a priori no tiene nada que ver con mis estudios.
Aprovechando que una de mis pasiones, aparte del mundo del arte, es la bicicleta, encontré trabajo en una tienda de deportes, Sport Zone para más señas.
Poco a poco me he ido dando cuenta que a la hora de exponer productos para el público, ya sean obras de arte o bicicletas, podemos conseguir prácticamente los mismos efectos en un museo y en una tienda.
De todas formas tengo la suerte de tener un poco de libertad a la hora de ser creativo con los productos. He ido aplicando algunas fórmulas expositivas de los museos a nuestra sección, creando recorridos inconscientes para el visitante o cliente en este caso, para que la circulación dentro de la sección sea lo más cómoda y atractiva posible. Lo sorprendente de todo esto no es solo la compatibilidad de los conceptos expositivos, sino que las ventas se han incrementado, no de manera espectacular, pero sí de aquellos productos que hemos puesto en valor, diferenciándolos del resto, colocándolos en puntos de visión concretos y a una altura adecuada para los ojos. Está claro que esto no es una ciencia exacta y que el precio también influye en la decisión del visitante. Pero existen casos de objetos que al ser tratados de manera individual, objetos que en principio no habían tenido mucho éxito. Se ha cambiado su ubicación en la tienda, colocándolos bajo un punto de luz y con la cartela de información con una letra visible y atractiva. Sin necesidad de variar el precio hemos conseguido que ese producto se venda con mayor facilidad.
Un caso bastante clarificador es la exposición de las bicicletas, hemos intentado tratarlas como una escultura, separando un modelo concreto del resto, diferenciándola del resto mediante un pequeño pedestal, con una cartela explicativa lo más desarrollada posible, individualizada y en una situación en la que dicha bicicleta actúa como efecto llamada para el visitante, en la zona de bicicletas. Aprovechando una claraboya del techo durante el día hemos conseguido que tenga una luz natural cenital, que desarrolla los volúmenes y acentúa los detalles de los diferentes componentes y engranajes de la propia bicicleta. El resultado no se ha traducido en ventas directas (Debido al precio) pero a pesar de ello, si se ha incrementado el número de personas que se han visto atraídas por el efecto llamada del objeto individualizado.
En la zona de montaña jugando con los cubos expositivos y las tiendas de campaña, hemos alterado un poco la direccionalidad de los recorridos inconscientes de la tienda. Puesto a que la ubicación de la sección es un poco complicada debido a las lógicas limitaciones de los estudios de merchandising, esta sección quedaba ubicada haciendo una figura convexa a la cual solo se accede si se buscaba algo concreto. Con el cambio, hemos conseguido que el tránsito desde el recorrido inconsciente de la tienda, hasta dicha sección se produzca de una manera más natural sin obstáculos visuales, haciendo que los objetos acompañen al visitante y lo introduzcan en un cambio de ambiente.
Poco a poco vamos consiguiendo diferentes objetivos, siempre consensuados con los expertos en marketing y ventas al detalle, de los cuales ambas partes se ven beneficiadas.
Con esta entrada quería también expresar, que aunque parezca que lo que hacemos y lo que tanto esfuerzo hemos estudiado, que a veces parece que no nos ha servido para nada, hay ocasiones en las cuales podemos poner en práctica dichos conocimientos y disfrutar más de nuestro trabajo.