Le Corbusier gracias a su visión anticipada a la época, contribuyó al desarrollo de la arquitectura moderna en la primera mitad del siglo XX. Sus aportaciones en el ámbito de la vivienda son las más conocidas, pero Le Corbusier desarrolló sus ideas en edificios de muy diferente índole. Entre las tipologías desarrolladas por Le Corbusier, destacamos su idea de museo. En el concepto que Le Corbusier tiene de museo, encontramos además la mayoría de soluciones arquitectónicas que fue desarrollando en otros de sus edificios. El uso del hormigón, los pilares, estancias elevadas a altura, etc.
El denominado “Museo Ilimitado” o “Museo Infinito”, es la idea de crear un edificio en constante crecimiento, asimilando la idea de que el museo es un “ente” vivo, que crece y se desarrolla constantemente, que sus funciones no son solo las de contener objetos, sino enseñarlos y hacerlos comprensibles al espectador.
Para ello recurre a una estructura a modo de recorrido unitario, con una entrada y una salida, utilizando la idea de la espiral, en un intento de conseguir la mayor comodidad posible para el visitante. El cuadrado o el círculo son las formas que mejor se adaptan a la idea de la espiral, decantándose finalmente en los proyectos llevados a la realidad por el cuadrado.
Se trata por tanto de un edificio exento, de nueva planta, situado en un lugar con posibilidades reales de ampliación, donde la naturaleza pueda ser el preludio del edificio, que puedan relacionarse. Continuando además con el concepto del paseo. Así el edificio no es más que la continuación del paseo. Un camino nos muestra la dirección, solo hay que dejarse llevar. Un edificio sin fachada principal, igual por todos sus lados, donde la iluminación siempre es cenital, puesto que las ventanas hubieran corrido el riesgo de resultar inservibles en futuras ampliaciones. Algo que corre el riesgo de convertirlo en un bunker del arte, hermético, sin conexión al exterior.
Actualmente, la utilización de recorridos lineales está cayendo en desuso, las nuevas corrientes museológicas defienden la libertad de movimientos, la libre elección del visitante sobre lo que es interesante y lo que no. El modelo de Le Corbusier, a priori no encaja con estos preceptos, el recorrido lineal solo muestra un camino, un recorrido con un mensaje muy claro, cuenta una historia, desde el principio hasta el final. Es algo que sus detractores tuvieron muy en cuenta a la hora de criticar dicha idea. La supuesta poca versatilidad del modelo, le convertía a este museo a ser algo solo apto para museos de historia, cuyo recorrido se adecuaba mejor al sistema museológico lineal.
Pero el diseño en forma de espiral no solo permite un recorrido unitario, sino que a modo de laberinto permite la incorporación de atajos, que unen las galerías, lo que permitiría al visitante acortar su visita o alargarla según le convenga.
Como su nombre indica el museo, puede convertirse en un edificio de fácil ampliación, a través de módulos, que no hacen más que continuar con la espiral, en un movimiento de apertura, cada vez más ancho, cada vez más largo.
Pero debido a las características específicas de dicho proyecto y a su sistema de ampliación, se convirtió en una idea de difícil aplicación en las ciudades europeas, donde la imposibilidad de encontrar un espacio adecuado para este tipo de edificios, se convirtió en un gran hándicap. Unido además a la idea de museo como elemento identificador de un centro cultural, es decir, la idea de que el museo debe situarse lo más cercano posible al centro de la ciudad, para poder ser accesible y reconocible.
Por lo tanto esta idea museística solo pudo ser llevada a cabo en ciudades de nueva planta, y en ciudades de clara expansión urbanística.
Solo se materializaron los proyectos de Ahmedabad, Tokio y Chandigarh. Ciudades creadas de la nada o con planes de ampliación preconcebidos, que posibilitan la aparición de espacios específicos dedicados a usos concretos, entre ellos, espacios para la cultura y el ocio.
Pero dicha puesta en práctica, terminó siendo un fracaso relativo, los proyectos fueron modificados respecto a la idea original, adecuando a los edificios a los preceptos arquitectónicos más tradicionales, completándolos con fachadas y en algunos casos, ventanas que imposibilitan futuras ampliaciones, no cumpliendo por lo tanto con el fin último del proyecto, perdiendo parte de su sentido arquitectónico y su originalidad.