Esta entrada, no la voy a dedicar a los museos directamente, pero algo si que podremos sacar.
En Málaga, al lado de la barriada de Guadalmar, podemos encontrar un pequeño reducto de naturaleza, casi absorbido por la imparable maquinaria urbanística, lugar de inusitado sosiego para aquellos que carecemos de tiempo y dinero para poder ir a visitar parques naturales. Se trata de la desembocadura del Guadalhorce, a 10 minutos de Málaga.
Un espacio natural, que ha sufrido durante décadas el abandono por parte de todos, y sólo puesto en valor, para evitar los desbordamientos del río en épocas de lluvia. Utilizado como escombrera durante mucho tiempo, han sido dichos residuos los que afortunadamente han propiciado la creación de dicho paraje, paradójico ¿verdad?. Todo tiene una razón, y es que gracias a dichos materiales, se han creado sustratos impermeables que han permitido la creación de lagunas naturales o artificiales, según se mire, que hoy día sirven como reserva de aves marinas y migratorias, que hacen un alto en el camino justo en este lugar.
Gracias a la intervención de la Junta de Andalucía, se ha producido una puesta en valor del espacio, con la posibilidad de realizar rutas a pie o en bicicleta, con acceso a una playa prácticamente virgen, donde la mano del hombre solo podemos verla de lejos, mirando las grandes grúas del puerto de Málaga y la antigua estación de servicios marítima, ya sin uso, que se sitúa justo delante de este enclave.
Se han colocado puntos de avistamiento, que día tras día son más frecuentados, por turistas españoles y extranjeros, en busca de la mejor foto de las aves. El espacio natural, ayudado por las lluvias de los últimos años, vive un momento de esplendor, el mar de un lado, lagunas del otro, y rodeados de vegetación mediterránea de arbustos y monte bajo.
Además de todo esto, el lugar se enriquece aún más si le añadimos, el yacimiento arqueológico colindante con la zona llamado "Cerro del Villar", antiguo asentamiento fenicio, (Según algunos estudios, podría tratarse del primer asentamiento fenicio de la zona, siendo anterior a Malaka) algo que no nos debe de extrañar por estar situado justo en la desembocadura del río y de fácil acceso para el comercio marítimo.
Visto el creciente interés por la zona, el yacimiento y el paraje natural, y acercándonos al tema de los museos, se me ocurre una posibilidad de difusión y mejora cultural y patrimonial, como podría ser la creación de un centro de interpretación a medio camino entre lo arqueológico y lo natural. ¿Por qué no? Un lugar donde saber la historia del yacimiento y además entrar en contacto con la naturaleza, donde se puede aprender y además disfrutar y relajarse del ajetreo mundano, aunar el turismo cultural con el turismo de sol y playa. Las posibilidades son muchas.
Espero que si alguien lee esta entrada, se sienta atraído por el lugar y lo visite, el acceso es bien sencillo y la visita no durará más de una mañana.